A Pedro casi le dio un infarto el día en que le dije que yo nunca había ido al circo. No podía creer que mis papás me hubieran llevado a Disney World, pero que no me hubieran llevado al circo. Me prometió que él iba a corregir esa situación, que un día me iba a llevar al circo. La semana pasada mi esposo cumplió su promesa.
A veces nos dábamos cuenta de que un circo bueno había pasado por el lecho del río Santa Catarina cuando que ya se había ido. Pero esta vez supimos que el
Circo Atayde iba a pasar por Monterrey porque lo leímos en el periódico. Por poquito y se nos pasaba de nuevo, pero sí alcanzamos a ver el anuncio a tiempo y fuimos a verlos hasta el último día, en la penúltima función.
Temía que a mis 27 años de edad el espectáculo circense no me fuera a impresionar. Pensé que tal vez el público meta eran los fácilmente impresionables niños, y que tal vez yo no podría disfrutar el show plenamente. En pocas palabras, que no me había perdido de nada.
No podría estar más equivocada. El show me tuvo con la boca abierta durante las dos horas que duró. Me impresionaba con todo y con todos: con la muchacha que hacía acrobacias en una cuerda, con los camellos que bailaban en sincronía, las llamas que saltaban vallas, con el elefante que pasaba por encima de otro elefante acostado, con la sincronía casi pinkfloydesca de la música y la acción, con lo divertidos que son los payasos, con los muchachos de Rialcris Trio (un video de su acto está
aquí), con las muchachas que hacían malabares, y sobre todo, con las acrobacias sobre caballos, que era lo que yo más quería ver.
Hubo algunas cosillas negativas, como el que no dejaban tomar fotos dentro de la carpa, o que estaba haciendo un calor increíble ahí adentro y eso intensificaba el olor a camello. Pero igual todo era soportable, por el bonito espectáculo que nos dieron a cambio. Le agradezco mucho Pedro que me haya llevado al circo. ¡Gracias mi buen esposo!
En verdad quedé muy emocionada con la función y salí resuelta a decirle a todos los que conozco que es un espectáculo bonito, especial e interesante, hecho para asombrar y divertir a todo mundo, sin importar la edad, y que nadie debería de perdérselo. Aunque eso, probablemente la mayor parte de la gente ya lo sabe. Pero igual reitero mi mensaje: la próxima vez que vengan a Monterrey, ¡Vamos... Vamos... Vamos... al Circo Atayde Hermanos!