Shooting stars

Luiz, en Desvarioz y demáz, relata la historia de como casi lo confunden con un terrorista afuera del consulado americano, sólo porque le estaba tomando unas fotos a Cecy Gutierrez (la de La mueve), quien también estaba afuera del consulado.

Pienso en lo que hubiera pasado si yo hubiera estado en esa situación, y creo que el desenlace hubiera sido diferente: yo claro que me hubiera peleado por mi derecho de estar parada en la calle, tomando fotos de gente que también está en la calle. Probablemente me hubieran metido al bote, y a final de cuentas me hubiera dado una arrepentidota: no vale la pena pelearse por tomarle fotos a alguien que tampoco vale la pena. Pero es el principio lo que cuenta, lo que hubiera peleado. El derecho a estar donde yo quiera y tomar fotos de lo que yo quiera. Pero no sé si ese derecho exista aquí, anyway.

En realidad soy puro pico, probablemente ni habría sacado la cámara de la bolsa. Siempre se me olvida cuando la traigo conmigo.

Hoy, por ejemplo, vimos Pedro y yo una escena graciosisima en un pasillo de una tienda departamental: dos niños (uno de ellos sin camisa) de unos 7 u 8 años de edad, le estaban poniendo una paliza a un tercer niño que estaba tirado en el piso, recibiendo las patadas. Estaban jugando, obviamente, porque al mismo tiempo los 3 niños estaban muertos de la risa. Se alejaron corriendo, y más adelante los vi en otro lado de la tienda, haciendo lo mismo. Hubiera sido una foto muy graciosa, pero no se me ocurrió sacar la cámara la primera vez que los vi. La segunda vez que los vi, la mamá de los niños estaba por ahi (no-pelandolos) y me dio pena tomarles una foto. Aunque debería de darle pena a ella, por no poder controlar a sus hijos.

En fin, lo importante es que en un par de días le regresaré su cámara a mi hermana, y ya no tendé que volver a pensar en si está permitido o no tomar fotos en la vía pública. Ya ve que lo del terrorismo está canijo.